lunes, 18 de junio de 2012

Entrega.



Mecían del oeste al este, empujado con el susurro del levante en calma y la brisa agradecida del poniente veraniego. Discutían sin verbo por cazar la tierna presa recién cosechada, mientras el no hacia mas que dormitar en el limbo de su recuerdo.
Un martillo incesante, un grabado a cincel en letra inglesa le transportaban al sueño que ella llevaba ya en el fondo de su perfume.


“es un sentimiento casi una obsesión
Si la fuerza es del corazón
Es algo que te lía una descarga de energía
Que te va quitando la razón”…
suena de fondo…



Con voz dulce y melodiosa, como solo ella sabe hacer me indica que me ponga cómodo. (Cosa infructuosa, puesto que soy un manantial de nervios y rocas cayendo en estrépito al fondo de mi sensatez).
Sus pisadas me indican el sordo resonar de las mías y me dejo mecer por ellas, cruje la escalera mientas embobado observo desde mi no despreciable perspectiva un paso tras ella, como su mano va deslizándose paulatinamente por la barandilla y terminan sus dedos coqueteando al final del paseo.


Ensancho mis pulmones e intento robar el olor que a miguitas va derramando en su coqueto caminar. Insuperable, maravillosa y deliciosamente apetecible.


Da media vuelta y con una sonrisa deslumbrante posa su mano en mi cabeza y con todo el mimo que su ser puede ofrecer la desliza por mi rostro, acompañándola mis ojos en su recorrido. Mientras que con la izquierda empuja mi cabeza lentamente con el propósito de hacerme arrodillar.


Mantengo los ojos a oscuras, niego ver la luz. No quiero sentirla, no quiero verla. Deseo que la oscuridad magnifique el momento y se haga dueña de quien en ese preciso momento me iba a robar de sus manos para apoderarse de todo.


Calientes, húmedos y carnosos sus labios grabaron desde el cuello a mis ojos la frase que me empujó a lo que hoy es mi realidad, su vida. “En este momento te tomo como mi perro fiel, amante y sumiso entregado. Eres mío”.

Cómo explicar una batalla de mariposas?, cómo poder plasmar que floté sobre miles de ellas, mientras sus alas me hacían estremecer?, cómo decir que el cielo no tenía cabida para mas sensaciones que las mías?.


Cae su pelo cosquilleándome la cara, abriéndose paso por el pecho y mi mano derecha se siente volar. Es cuando la frialdad de algo metálico me hace salir del sueño y dibujando una circunferencia en mi muñeca, forma filas cerrándose y un click abandera su cometido.


Ha cerrado el círculo, ahora ya soy suyo…