Un día vi la
publicidad de su retorno...
Uffffffffffff,
todo un año ahorrando la pequeña calderilla que sobraba, para la ocasión. y por
fin llegó.
Qué nervios!!!,
hacía tiempo que no nos visitaban. Qué ilusión volver a contemplar los
malabares, la señora de las espadas, el chico de las velas, el hombre bala, los
payasos y mimos...
Me arreglé para
la ocasión y me dieron permiso para ir!!!. Creo que mis padres son conscientes
ya de que soy mayor y que sé ir sola a los sitios sin perderme ni tener miedo
al cruzar una calle.
Ataviada con unos
vaqueros y una camiseta violeta, entremezclé mi pelo entre mis dedos y me hice
una trenza, dejándola caer en un hombro. Mi bolsito de bandolera y unos zapatos
cómodos y... a la aventura!!!
Era la primera de
la cola, jijijii. Me había levantado pronto para que así fuese y poder decidir
tranquilamente donde sentarme. Dejé caer el dinero de mi monedero en el
mostrador, mientras sonriente lo miraba, por fin me lo gastaba en lo que quería...
El circo!
Me abrí paso
entre unas cortinas rojas de terciopelo, eran pesadas y suaves al tacto. Miré a
mi alrededor y todo estaba minuciosamente preparado, decidí sentarme en primera
fila y ahí que coloqué mi gracioso culete, suspiré expectante del comienzo y
feliz de contemplar la sesión desde un lugar tan privilegiado.
Comienzan los
primeros acordes y saltan las presentaciones.
-
"Biennnn!!!!!...".
Gritan todos
desde detrás y mi regocijo aumenta, soy feliz.
Han pasado ya
varias horas y no quiero que termine.
Cada función ha
sido mejor que la siguiente. La elegancia de los acróbatas volando entre
cuerdas, la simpatía del payaso jugueteando con los enanos, la elasticidad del
funambulista ahí en lo alto... Mágico!!! Sublime!!!.
Pero... se ha ido
la luz. Todo ha quedado a oscuras.
Puedo ver a lo
lejos el blanco del perfil de un mimo escondido entre los telares de la carpa.
La tímida iluminación de unas velas. La sonrisa disipada del payaso.
Con un golpe
sordo cae cerca de mí uno de los paños acrobáticos, lo siguen suavemente
pañuelos de seda de colores... parecen mirarme y burlarse de mí. Oigo rodar
bolas, se distancian y se disipan en su camino.
La gente está
callada, nadie habla. Solo oigo lamentos en mi cabeza y mis ojos por mucho que
se abren no encuentran un haz de luz al que dirigirse.
Truena?, no... Andan?,
no... Corren?, no... Son pequeñas pisadas contundentes que se acercan y casi al
notarlas vuelven a desaparecer... son los enanos. Han salido de un baúl y
quieren divertirse en la oscuridad...
-"eh, eh,
eh!!!". Alguien me despierta. Creo que todo ha sido una pesadilla.
Vuelvo a estar en
la realidad de mi vida.
En un tiempo creo
que me negaré a comprar cualquier entrada de circo que me ofrezcan. No puedo
mantener a tanto enano.