domingo, 23 de junio de 2013

Llegó el circo a la ciudad.

Un día vi la publicidad de su retorno...
Uffffffffffff, todo un año ahorrando la pequeña calderilla que sobraba, para la ocasión. y por fin llegó.
Qué nervios!!!, hacía tiempo que no nos visitaban. Qué ilusión volver a contemplar los malabares, la señora de las espadas, el chico de las velas, el hombre bala, los payasos y mimos...
Me arreglé para la ocasión y me dieron permiso para ir!!!. Creo que mis padres son conscientes ya de que soy mayor y que sé ir sola a los sitios sin perderme ni tener miedo al cruzar una calle.
Ataviada con unos vaqueros y una camiseta violeta, entremezclé mi pelo entre mis dedos y me hice una trenza, dejándola caer en un hombro. Mi bolsito de bandolera y unos zapatos cómodos y... a la aventura!!!
Era la primera de la cola, jijijii. Me había levantado pronto para que así fuese y poder decidir tranquilamente donde sentarme. Dejé caer el dinero de mi monedero en el mostrador, mientras sonriente lo miraba, por fin me lo gastaba en lo que quería... El circo!
Me abrí paso entre unas cortinas rojas de terciopelo, eran pesadas y suaves al tacto. Miré a mi alrededor y todo estaba minuciosamente preparado, decidí sentarme en primera fila y ahí que coloqué mi gracioso culete, suspiré expectante del comienzo y feliz de contemplar la sesión desde un lugar tan privilegiado.
Comienzan los primeros acordes y saltan las presentaciones.
- "Biennnn!!!!!...".
Gritan todos desde detrás y mi regocijo aumenta, soy feliz.
Han pasado ya varias horas y no quiero que termine.
Cada función ha sido mejor que la siguiente. La elegancia de los acróbatas volando entre cuerdas, la simpatía del payaso jugueteando con los enanos, la elasticidad del funambulista ahí en lo alto... Mágico!!! Sublime!!!.
 
 
Pero... se ha ido la luz. Todo ha quedado a oscuras.
Puedo ver a lo lejos el blanco del perfil de un mimo escondido entre los telares de la carpa. La tímida iluminación de unas velas. La sonrisa disipada del payaso.
Con un golpe sordo cae cerca de mí uno de los paños acrobáticos, lo siguen suavemente pañuelos de seda de colores... parecen mirarme y burlarse de mí. Oigo rodar bolas, se distancian y se disipan en su camino.
La gente está callada, nadie habla. Solo oigo lamentos en mi cabeza y mis ojos por mucho que se abren no encuentran un haz de luz al que dirigirse.
 
Truena?, no... Andan?, no... Corren?, no... Son pequeñas pisadas contundentes que se acercan y casi al notarlas vuelven a desaparecer... son los enanos. Han salido de un baúl y quieren divertirse en la oscuridad...
 
 
 
-"eh, eh, eh!!!". Alguien me despierta. Creo que todo ha sido una pesadilla.
Vuelvo a estar en la realidad de mi vida.

 
En un tiempo creo que me negaré a comprar cualquier entrada de circo que me ofrezcan. No puedo mantener a tanto enano.